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Lo tengo comprobado. Siempre habla quien más tiene que callar. Así que…
A los hipócritas disfrazados de maestros de nada. A los piratas sin barco, a los payasos sin gracia, a los que predican y no saben ni hablar. A los sinceros de saldo que tienen la mentira pegada a la piel veinticuatro horas al día. A los que señalan avenidas cuando en realidad viven en callejones sin salida. A los que van de buenos y son más malos que el veneno. A los que tiran la casa por la ventana cuando no tienen ni casa ni ventana. Sí, a los que presumen sin asumir la realidad.
A los que critican y condenan a la hoguera algunas relaciones sentimentales y separaciones de pareja: Están más quemados que cualquiera. A los que se vanaglorian de su educación cuando son los primeros que la han perdido por el camino. A los que alardean de su cultura de pacotilla cuando ni siquiera han abierto un libro. No, no estoy dispuesta a escuchar a los que se creen Dios y no saben rezar ni un Padre Nuestro. Ni a los que dan lecciones sin haber aprobado, para más tarde aprobar copiando. A esos: Callaos un poquito, que me duele la cabeza.


No dejes de ser tú por muchas personas que conozcas, por muchos baches que te encuentres en el camino o por muchas historias que te cuenten.
No dejes de ser tú porque te mientan, porque te engañen o te decepcionen.
No dejes de dar a las personas lo que te gustaría que te dieran a ti, aunque después no merezca la pena.
No dejes de bailar hasta que se seque el malecón, no dejes de beber vino fresquito en la terraza, no dejes de soñar mientras cuentas estrellas en una playa en las noches de verano.
No dejes de besar con pasión y con ganas.
No dejes de planear cosas en tu cabeza, aunque luego sepas que no sucederán.
No dejes de querer a personas equivocadas.
No dejes de dar oportunidades a quien no se las merece.
No dejes de cometer errores a deshora.
No dejes de equivocarte.
No dejes de vivir.

Morado 2024