Me quedo con esos ratitos. Esos que te alegran los días y las noches, que te rescatan de la pereza o el cansancio. Me quedo con quien me propone lo que sea con tal de verme, aunque solo sea un ratito. Me quedo con las risas, con las charlas interminables y con esas fotos que tienen una historia detrás. Y con los momentos recordamos cuando estamos a punto de dormir. Me quedo con quien hace especial mi día. Con quien te escucha y te salva de cualquier problema. Me quedo con los brindis y con el por qué de cada uno de ellos.
Me quedo con esos momentos, esos pequeños detalles, que nos hacen un poquito mejor.
Alguien que te haga olvidar el freno, seguramente la felicidad tenga que ver con algo de eso. Que te enseñe la auténtica fragancia del deseo
Un cohete que te impulsa hacia arriba y pone en tus manos la inmensidad del universo.
Un alma con la que conectas
La mitad de una manzana o de una pera, sea como sea, alguien con quien ser la naranja entera. Una salida, una entrada, alguien con quien valga la pena vivir la vida y que te haga sonreír
Y no es cuestión de elegir sino de rectificar, cuando algo no te hace feliz, ese algo se debe acabar.
Puede sonar egoísta, pero cuando es la persona adecuada salta a la vista. Cuando es esa persona, si te coge por la espalda, se te pasan las prisas. La vida comienza a acelerar si te despistas. De pronto pasa sin avisar, pero siempre dejándote disfrutar de cada una de sus vistas.
En cambio, si no lo es, la rutina va poniendo tu vida del revés. Lo que un día fue especial va perdiendo poco a poco el interés. Y no me vale eso de que la magia se pierde por culpa del tiempo y del estrés. Todos pasamos malos momentos y superarlos o no depende únicamente de con quién estés.
Alguien que acelere todos tus estímulos. Que te coja de la mano y te diga entre susurros: quédate a mi lado, vamos a morir habiendo vivido juntos.
Y no es cuestión de elegir sino de rectificar, cuando algo no te hace feliz, ese algo se debe acabar.
Puede sonar egoísta, pero cuando es la persona adecuada salta a la vista. Cuando es esa persona, si te coge por la espalda, se te pasan las prisas. La vida comienza a acelerar si te despistas. De pronto pasa sin avisar, pero siempre dejándote disfrutar de cada una de sus vistas.
En cambio, si no lo es, la rutina va poniendo tu vida del revés. Lo que un día fue especial va perdiendo poco a poco el interés. Y no me vale eso de que la magia se pierde por culpa del tiempo y del estrés. Todos pasamos malos momentos y superarlos o no depende únicamente de con quién estés.
Alguien que acelere todos tus estímulos. Que te coja de la mano y te diga entre susurros: quédate a mi lado, vamos a morir habiendo vivido juntos.
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