Dicen que soy rara, porque no cuento mis cosas. Que me escapo a veces de la realidad para no alimentar más mi mente con estupideces y miedos.
Dicen que me alejo cuando más ayuda necesito. Lo sé, no poseo la habilidad de expresar, de decir, de causar lástima con mis sombras. No siempre estoy fuerte, pero estoy mejor así. Alejada de tanta hipocresía, de la gente que pretende que le importas, recibiendo una palmada en la espalda disfrazada de buenos deseos.
También lo sé, a veces prefiero un poco de oscuridad para apreciar la luz cuando llega. Sigues insistiendo que no soy de éste mundo, que soy antipática o me creo más que otras personas por no querer hablar,
pero... ¿Qué sabes tu de mi? Qué sabes de lo que he pasado? ¿Qué sabes de mis miedos y mis cicatrices? El problema es que la gente quiere que uno sea igual a ellos. No, no soy de las que ventilo mis cosas al viento,
no soy de las que verás quejándose sentada pidiéndote consejos. No soy de las que verás llorando en cada esquina para que otros la vean. Lo hago sola, me repongo sola. Prefiero alejarme en mis procesos, que estar en la boca de los que dicen querer ayudarte y se alegran de el mal ajeno. Esa soy yo, llámame rara, gótica, introvertida, tímida, comemierda...NO ME IMPORTA. Hoy me siento a conversar con mi oscuridad, a entenderla. Quizás hasta la haga mi amiga, porque es parte de mi, después respiraré aire fresco y saludaré con ansias al sol brillante que entrará por mi ventana.
Poco a poco voy soltando mi equipaje, pero eso me corresponde solo a mi.
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